Los materiales con menor huella de carbono han dejado de ser marginales: en 2025 se ha consolidado la demanda de madera estructural (CLT) como alternativa a forjados y muros de hormigón/ acero gracias a su capacidad de secuestro de CO₂ y a la industrialización que facilita mayores ritmos de obra; al mismo tiempo el mercado de cementos y ligantes “baja-emisiones” (mezclas con subproductos industriales, LC3, geopolymer, etc.) está creciendo con fuerza porque reducen entre un 20–50% las emisiones respecto a cementos convencionales. Estas dos tendencias (madera + cementos alternativos) están movilizando inversión y adquisiciones a gran escala, lo que mejora la disponibilidad comercial y la variedad de soluciones.

En obra y proyecto, ¿qué opciones reales hay hoy? Entre las más maduras y comercialmente accesibles están: madera laminada cruzada (CLT) para estructura y cerramiento prefabricado; cementos y hormigones “blend” con escorias, cenizas o arcillas calcinadas (LC3) y soluciones geopolymer que ya se usan en pilotajes con reducciones de huella apreciables; y materiales agrícolas o naturales como hempcrete (hormigón de cáñamo) y aislantes de corcho o fibra natural que ofrecen bajo embodied carbon y buen comportamiento hygro-térmico. Cada familia exige criterios distintos: la madera requiere control de suministro y estudio de protecciones frente a humedad/incendio; los hormigones alternativos piden ensayos de durabilidad y ajuste de mezclas; los biomateriales necesitan evaluación de prestaciones térmicas y tratamientos para durabilidad.

Recomendaciones prácticas para especificadores y oficinas técnicas: pedir siempre EPDs y fichas técnicas comparables (kgCO₂e/m² o por m³) antes de cerrar la solución; priorizar elementos prefabricados (reducción de desperdicio y mayor control de calidad); incorporar criterios de producto local para minimizar transporte; planear la puesta en obra con pilotos (ensayos y control de ejecución) y documentar la estrategia de desensamblaje/reciclabilidad. Para proyectos que buscan impacto real en la contabilidad de carbono, combinar estructura de madera con hormigones de baja huella en cimentación y soluciones de aislamiento natural suele ofrecer un buen equilibrio técnico-económico.

En definitiva, el avance de los materiales con baja huella de carbono demuestra que el sector ya dispone de alternativas sólidas y escalables para reducir el impacto ambiental de los edificios sin renunciar a prestaciones técnicas ni a eficiencia en obra. La combinación de madera estructural, hormigones de menor emisión y soluciones de aislamiento de origen natural abre un abanico de posibilidades que permite a proyectistas, constructoras y promotoras avanzar hacia edificaciones más responsables y competitivas. Con una oferta cada vez más amplia y con datos fiables disponibles, este 2025 ha estado marcado por el avance de estos materiales con los que cada nuevo proyecto contribuye, de forma medible, a un parque construido más sostenible.