A pesar de emplear grandes cantidades de maquinaria, el sector de la construcción ha sido uno de los más reacios a adoptar los últimos avances en tecnología. Así, ha visto cómo áreas como la automoción, la logística e incluso la industria de manufactura le tomaban la delantera en cuando a innovación. Finalmente, no se han podido resistir a los cambios y han decidido comenzar a adoptar muchas de las novedades a su disposición. Y han salido ganando. No sólo están logrando facilitar tareas, sino también mejorar los suministros y solucionar problemas que llevaban arrastrando un tiempo.

La industria de materiales de construcción y la tecnología

La tecnología no sólo ha cambiado la manera de construir y edificar. También ha mejorado la actividad en las plantas en las que se producen los materiales necesarios para el sector de la construcción. Por ejemplo, en las fábricas de componentes para la hormigón. La adopción de nuevas tecnologías en las plantas que se encargan de la fabricación de este material de construcción ha llevado a una mayor automatización en sus procesos. Por tanto, a una mayor velocidad de fabricación. Esto ha redundado en un aumento de la capacidad de producción de hormigón, elevando por tanto las ventas y los ingresos.

Lo mismo ha sucedido en las fábricas dedicadas a la construcción de losetas y azulejos. La mayor presencia en ellas de la tecnología ha derivado en nuevas técnicas de fabricación, más ágiles y «limpias». ¿El resultado? Productos más resistentes y duraderos, y menos residuos.

Las nuevas tecnologías en el sector de la construcción y la seguridad

Además de en una mayor capacidad de cara a la construcción, y en nuevos y mejores materiales, la tecnología también ha incidido en un aumento de la seguridad en el sector de la construcción. Por ejemplo, gracias al uso de drones se pueden inspeccionar estructuras de cerca, aunque se encuentren a alturas elevadas. Con este tipo de aparatos, a los que se les incorpora una cámara, se graban vídeos que muestran de cerca el estado de las estructuras construidas.

Esto permite localizar fallos de construcción y grietas que, de otro modo, habrían pasado inadvertidas. Y gracias a los drones, se pueden reparar en el menor tiempo posible. En otro orden de cosas, este tipo de inspecciones también permite aumentar la seguridad de los trabajadores. Al detectar grietas y fallos en la estructura, se evitan derrumbes y caídas. Por ejemplo, por tropiezos con salientes mal colocados.

La tecnología también permite colocar sensores en las obras de construcción. Estos sensores se utilizan para tomar distintas medidas. Por ejemplo, de los niveles de ruido y de las partículas de polvo y componentes orgánicos en suspensión. En cualquiera de los tres casos, si alguno de estos niveles es más elevado que los aconsejados para que los trabajadores puedan desempeñar su tarea con normalidad, el sistema emitirá un aviso para que cese el trabajo. Así se minimiza la exposición de estos a partículas y situaciones nocivas para la salud.

La consecuencia de la adopción de nuevas tecnologías, como hemos podido comprobar, es satisfactoria para todas las partes implicadas. Por un lado, los constructores cuentan con mejores materiales de construcción. Además, pueden conseguir más cantidad en un periodo de tiempo menor. Por otro, los trabajadores realizan sus tareas con más seguridad.