La Directiva Europea de febrero 2014 que anunciaba las nuevas maneras de contratar los proyectos y las obras a partir de 2016 era muy clara en sus preceptos: la Administración Pública debía enfocar sus inversiones a la fase de operación y mantenimiento apostando por su calidad para minimizar estos costes derivados del paso del tiempo y de la utilización de una edificación o una infraestructura.
Por lo tanto, se debía contratar por calidad o por relación calidad/precio. Pero ya nunca por el menor coste y aún menos a subasta.
¿Qué deberemos cambiar en nuestro modelo de negocio y manera de funcionar para conseguirlo?